29/11/2018
La representación en Barcelona de la Comisión Europea convoca encuentros de interesados para recoger opiniones sobre la preparación de los presupuestos de la UE. Una buena iniciativa, ya que permite seguir mejor qué pasa en Bruselas, y aportar propuestas para ser canalizadas hacia las autoridades comunitarias. Hay que recordar que, a pesar de funcionar con presupuestos anuales, la UE elabora el llamado “Marco Financiero plurianual” (7 Años) que marca una perspectiva larga de la evolución de los presupuestos. Ahora se está elaborando el 2021-27 Recojo algunas de las reflexiones hechas en una reunión del mes pasado. Confirmo ideas que yo he defendido siempre y otros que escuché.
- Euroescepticismo. Repito una vez más que, ante la desafección hacia la actuación de la UE que constatamos en muchos ámbitos, la actitud de los que estamos convencidos de su necesidad y somos partidarios de su continuidad, debe ser la eurocriticismo: analizar las carencias y proponer reformas de mejora. Las actitudes de defensa acrítica, o de pleno rechazo (Brexit …) son equivocadas. Enumero nada reformas de carácter general que creo que hay que emprender.
- Los recursos. En los trabajos actuales se está hablando de una cifra entre 1,1 y 1,3 Billones de euros para el conjunto de los 7 próximos años. Quiere decir que seguimos atascados en un volumen de recursos que representa sólo un poco más del 1% del PIB de la UE. Es fácil ver que esto es totalmente insuficiente. El gasto público de la mayoría de los estados desarrollados representa entre un 35% y un 45% de su PIB, y en el caso de los estados federales, el gasto “federal” puede llegar al 20% del PIB de toda su federación. No es de extrañar que, en los años 60, cuando la UE era sólo la CEE, es decir poco más que un tratado comercial reforzado entre estados, se asignara a las administraciones de Bruselas una proporción muy pequeña del gasto, ya que la mayoría de las competencias seguían en los estados miembros. Pero es inexplicable que después del Acta Única, de Maastricht, de la ampliación a 28 miembros, del Euro, y de fuertes aumentos de las competencias, se pretenda seguir con este ridículo 1% de lo que, encima, más del 90% se devuelve a los estados … La consecuencia de esto es la impotencia de la UE para hacer frente a muchos problemas de alcance comunitario (infraestructuras europeas, refugiados, seguridad …). Una impotencia que es denunciada, muchas veces con razón, no sólo por los ciudadanos sino a menudo también por los propios gobiernos de los estados. Pero que deberían hacerse mirar, antes de hacerlo, cuál es la parte de culpa que tienen ellos.
- Origen de los recursos. Una parte importante de los recursos provienen de transferencias de los 28 estados (una parte del IVA y una pequeña parte de la renta nacional ….). Representa en total entre un 75% y un 80% del presupuesto de la UE. Sólo una pequeña parte (menos del 20%) es fruto de derechos o tributos propios de la UE. Es evidente que es necesaria una reforma a fondo. La UE debería tener algunas actuaciones propias que afectasen el día a día de los ciudadanos, tales como un sistema de garantía de depósitos comunitario o un seguro de desempleo complementaria. Esto permitiría que los ciudadanos se sintieran protegidos por la UE .; actualmente los ciudadanos no tienen esta percepción ya que muchos de los beneficios de ser miembros les llegan de forma indirecta e inconsciente. Ahora bien, este escenario es imposible sin una fiscalidad y una capacidad recaudatoria de la UE (que podría estar delegada en los estados) que permitiera aumentar los ingresos de una manera notable. He propuesto repetidamente que el impuesto de Sociedades nacional se transforme en un impuesto uniformizado de carácter europeo. Tendría una segunda ventaja: haría imposible el dumping fiscal que hacen ahora algunos estados, y el fraude fiscal que hacen las grandes empresas con sus políticas de traslados. Esto explica muchas reticencias …
- Perspectivas demasiado largas. El actual sistema presupuestario tiene dos inconvenientes de tipo temporal. El primero es que el marco financiero condiciona mucho los presupuestos anuales, y un período de 7 años es demasiado largo para prever las posibles necesidades, lo que obliga a modificaciones y reformas de innecesaria y compleja tramitación. Y el segundo es que, habiendo elecciones al Parlamento con una nueva Comisión cada 5 años, tendría mucho más sentido que se sincronizaran las decisiones financieras. Habría que cada nuevo Parlamento y Comisión elaboraran “su marco financiero” durante el primer año de mandato, que fuera de 5 años, y que fuese hasta el fin del primer año de la nueva Comisión, evitando tener que trabajar con directivos elaboradas por otros, como ocurre ahora.

Joan Majó, ingeniero y ex ministro
Publicado el 15/11/2018 en el Diari Ara
15/11/2018
Es muy bueno que las empresas de un país tengan éxito, ya que todo el país puede salir beneficiado de este hecho. Pero también hay que tener en cuenta de cuál ha sido la forma de conseguirlo. El éxito empresarial se puede medir observando aspectos que se expresan con números (ventas, beneficios, exportaciones, empleos …), pero hay también añadir y considerar que estos objetivos pueden ser el resultado de estrategias muy diferentes. Algo importante es el “qué”, pero es imprescindible no olvidar el “como”. Esto es así, ya que muchas veces estas estrategias pueden tener efectos positivos no sólo para la empresa sino para el conjunto de la sociedad. También pueden ser neutros en este segundo aspecto; o incluso pueden tener elementos negativos y ser perjudiciales desde un punto de vista colectivo. Pongo algunos ejemplos simplificados, sabiendo perfectamente que las cosas más complejas de lo que parecen.
Es fácil comprobar que una empresa que tenga mucho cuidado en velar por mantener y mejorar la formación de sus trabajadores se encuentra en el primer caso. La mejora del capital humano no sólo aumenta la productividad y por tanto la competitividad empresarial, sino que supone un enriquecimiento general para el nivel general del país. Una empresa que tenga unos sistemas de gestión que permitan una mayor participación de todos sus miembros en la determinación de las orientaciones generales, aprovechará mejor las capacidades personales de todos ellos y conseguirá una mayor identificación de las personas en sus objetivos, lo que finalmente repercutirá en su éxito porque aumentará los niveles de motivación y de satisfacción de las personas. Una empresa que sea prudente en los niveles retributivos de todos los empleados y evite unos desequilibrios exagerados entre propietarios, gestores, y demás personal, contribuirá a una buena pre-distribución de la renta y la mejora de la paz social. Es fantástico, y no hay que olvidarlo, que muchos de los comportamientos socialmente responsables de una empresa, bien escogidos, pueden también tener una fuerte repercusión en la mejora de sus resultados.
Pero una empresa que, en la búsqueda de un mayor rendimiento económico, utilice estrategias no respetuosas con el medio ambiente y contribuya a incrementar las emisiones de ciertos gases, estará mejorando sus beneficios pero a la vez generando unas externalidades negativas que pronto acabarán teniendo ser tasadas de una forma importante. Igualmente, una empresa que quiera fundamentar su competitividad sobre todo en unos costes laborales muy bajos y mantenga salarios que se acerquen o no lleguen a la renta de subsistencia, o que utilice unas formas contratación de dudosa legalidad que se acerquen a la explotación, no estará haciendo ningún bien a la sociedad que la acoge.
Esta reflexión me ha venido a la cabeza en la preparación del acto en el que esta semana, por octavo año consecutivo, el “Cercle per el coneixement“ de la Sociedad Barcelonesa de Amigos del País, reconocerá con un premio, a tres empresas catalanas, no demasiado conocidas (MAT holding, RELATOS SA, y grupo SEIDOR) que se distinguen por tener un éxito económico consolidado a partir de basar su competitividad en la aportación de conocimientos y de innovación a sus productos, y de haber logrado una fuerte presencia internacional que los hace un referente en el mercado global.
El premio quiere ser una manera de llamar la atención en que el futuro de nuestra economía como país no puede basarse en una competitividad en costes, estrategia en la que muchos otros países menos desarrollados siempre nos podrán ganar, si no en calidad y la innovación de los productos fabricados y los servicios ofrecidos, y en la mayor y rápida adaptación a la evolución de la demanda local y sobre todo internacional.

Joan Majó, ingeniero y ex ministro
Artículo original publicado en Via Empresa.
13/11/2018
Son tres personas con un liderazgo reciente en sus países, que han accedido al poder a través de procesos electorales democráticos. Tanto las personas como estos procesos tienen aspectos muy similares. Quiero analizar estas similitudes, las circunstancias de su éxito, y las dudas de futuro que crean.
- Similitudes personales. Con algunas diferencias, los tres han llegado a la actividad política de forma relativamente reciente: un militar retirado, un financiero y empresario, y un periodista y político bastante controvertido. Los tres tienen un perfil ideológico de derechas o ultraderechista, un carácter duro y radical, y unas tesis contundentes que quieren simplificar la realidad. Aparentemente, son personas carentes de las dosis de prudencia y de ecuanimidad que hay que pedir a un gobernante cuánto debe tomar decisiones para todo un pueblo. Tienen unas grandes facilidades para descubrir e identificar “enemigos” o “culpables” (emigrantes, comunistas o dirigentes de la UE), y una enorme facilidad para prometer emocionalmente recuperar la plena “grandeza” de su país.
- Similitudes del proceso. Los procesos políticos y electorales que les han llevado a la posición actual de poder tienen paralelismos: una cierta sorpresa de la opinión pública por su irrupción inesperada, debido al carácter “antisitema” que se les atribuía; unas previsiones equivocadas de que no lograrían su objetivo ya que no pasarían de las “primarias” o de la “primera vuelta”, lo que llevó a una infravaloración de su presencia; una utilización inteligente y muy intensa de las posibilidades que permiten las redes sociales, tanto en un sentido positivo de participación, como en la facilidad de manipulación y deformación de la realidad con falsas verdades, buscando incluso aliados externos y eludiendo toda responsabilidad sobre estos hechos.
- Estrategia ideológica y votaciones. Tratándose de personajes muy diestros con posiciones neoliberales, y teniendo un apoyo relativamente muy débil en amplias capas sociales, han logrado las mayorías absolutas con tres estrategias ideológicas y gracias a un mecanismo procedimental. La primera estrategia ha consistido en desprestigiar (muchas veces con razón) los sistema establecido en su conjunto y por lo tanto conseguir que la voluntad de rechazo pasara por encima de las opciones izquierda-derecha. La segunda, al defender que las miserias soportadas por las clases pobres no eran tanto culpa de la élite económica de su país como de enemigos exteriores (no es la City o Wall Street sino los polacos, los mexicanos, o Bruselas) . Y la tercera, asegurando que recuperando la soberanía y poniendo por delante los propios intereses, “iríamos mucho mejor”.
- Procedimiento de votación. He explicado a menudo los peligros de los sistemas de votación que obligan a escoger entre sólo dos alternativas contrapuestas y enfrentadas. En política las cosas no son blanco o negro; obligar a hacer una elección de este tipo es dejar fuera de juego a una parte muy importante de los posibles votantes que acabarán no sintiéndose implicados en la decisión, o haciendo más “un voto en contra” que un “voto a favor” Esto vale tanto para según qué referéndums, como por segundas vueltas de según qué elecciones gubernamentales. Esto es importante ya que, aparte de dar una lectura equivocada de la realidad política, provoca divisiones entre “pros” y “antis” que pueden llegar a crear fracturas sociales peligrosas. Los tres casos de los que hablo me confirman lo que pienso, y de una forma menos dramática pero real, también veo este peligro en nuestro país.
- Consideraciones para el futuro. A nivel interno de cada país, estas políticas ultraderechistas, que ponen la seguridad y la represión por delante de la justicia social, se convertirán en una decepción para aquellos que, con buena fe, han puesto en manos de estos líderes la solución de sus problemas. El desengaño puede tener repercusiones dolorosas para mucha gente.
A nivel global, el proteccionismo económico y los enfrentamientos políticos pueden configurar un nuevo período de tensión internacional. La disminución del comercio internacional es una mala noticia para casi todos los países; la denuncia de tratados internacionales de cooperación para resolver problemas globales también; y el aumento de algunos presupuestos de defensa, aún mas.
Creo que hay dos grandes lecciones a aprender:
- La actuación de los partidos progresistas durante lo que va de siglo no ha sido acertada: han caído en la trampa neoliberal y han provocado que amplias capas sociales hayan dejado de sentirse representados y protegidos por ellos. Sólo una recuperación valiente de lo que fue su actuación en la segunda parte del siglo pasado puede permitir hacer frente a lo que está pasando.
- Debemos conservar la democracia y la participación ciudadana; pero tenemos que tomar medidas para corregir dos aspectos: La impunidad en la manipulación de la información a base de mentiras, calumnias, relatos emocionales, y falsas promesas que destruyen la calidad del voto. Y reducir la tendencia a pedir votos con propuestas simplistas que reducen la variedad de opciones, buscando la posibilidad de soluciones negociadas.
Joan Majó, ingeniero y ex ministroç
Artículo publicado el 01/11/2018 en el Diari Ara
01/11/2018
Estos últimos meses se están desarrollando en nuestra casa tres actividades, de un impacto público muy desigual, pero las tres con objetivos paralelos y orientaciones muy coincidentes. Primero, el fuerte seguimiento de la iniciativa “ Escola Nova 21” promovida conjuntamente por el Centro UNESCO en Cataluña, la Fundación Jaume Bofill, la Diputación de Barcelona, la Universitat Oberta, y la Obra Social de la Caixa, y en la que se está incorporando decididamente el Departamento de Educación. Segundo, el desarrollo del programa “ Educació 360 graus ” de la F. Bofill con la colaboración de la Diputación y el Moviment de Renovació Pedagògica. Y finalmente, la celebración del 50 aniversario de la creación de la Escuela Lavinia en el barrio de Les Corts, un centro promovido por un grupo de padres y maestros a finales de los 60 con ganas de romper viejos moldes en la educación de sus hijos.
No es fácil resumir los objetivos y las orientaciones comunes, pero me atrevo a hacerlo con dos frases: “La Escuela no debe transmitir sólo conocimientos, sino otros tipos de habilidades y competencias” y “El aprendizaje tiene lugar, pero debe tener mucho más, en otros espacios fuera de la Escuela, y en muchas otras etapas de la vida“. Entender bien esto y derivar hacia conclusiones de tipo personal y actuaciones de carácter político e institucional, puede ayudar mucho a construir una sociedad humanamente más rica, económicamente más avanzada, socialmente más justa, y políticamente más ordenada. Comento los dos aspectos.
- Mucho más que conocimientos. Hace unos 25 años el informe que el Director de la UNESCO, Federico Mayor, pidió a una Comisión Internacional presidida por Jacques Delors, decía que la escuela debe servir para impartir conocimientos, pero tanto o más, para aprender a ser, para aprender a hacer, aprender a vivir juntos, y para aprender a aprender. Esta es una visión mucho más amplia y estimulante que la simple transmisión de conocimientos que ha estado en la base de los currículos escolares y que se utiliza todavía demasiado para evaluar los resultados de la enseñanza. Coincidió el informe con mi estancia en Bruselas con Delors, y pude sentir de cerca su visión y su convencimiento de que el futuro de los ciudadanos de nuestros países depende mucho más de la equidad y de la calidad educativa, entendida tal como lo he explicado, que de muchas otras circunstancias. Viví también el impacto en los medios educativos europeos y constaté que los efectos no habían sido tan importantes ni en España ni en Cataluña. Una vez de regreso en Barcelona contribuí, junto con muchos otros, a que estas ideas fueran acogidas a la F. Bofill, y lo fueron de forma entusiasta a todos los niveles. Sólo hay que ver cómo los últimos años se ha centrado en estos temas.
- Educación a lo largo de la vida. El segundo aspecto va mucho más allá y tiene relación con el espacio y el tiempo. Debido a la extraordinaria velocidad de los cambios tecnológicos y sociales, hay que aprender siempre y en todos los lugares por donde se pasa; pero no de manera inconsciente, si no con carácter sistemático. Esto significa que, de una forma u otra, “la escuela” debe dejar de ser una institución para una primera etapa de la vida y debe adaptarse a nuevas necesidades; y también que las organizaciones sociales, las ciudades, u otras instituciones públicas o privadas, deben tener una dimensión educativa. Pienso muy específicamente en las empresas donde las personas pasan una gran parte de su tiempo y donde la formación debe ser muy presente. Pero no sólo para adquirir habilidades relacionadas directamente en la actividad de la empresa, si no de forma más amplia para mejorar sus competencias de tipo humano. Esta es otra razón para entender que la etapa escolar debe dar tanta importancia a lo que significa “aprender a aprender” por encima de la simple transmisión de conocimientos que pueden dejar de ser útiles al poco. Ser capaz de aceptar la necesidad de “desaprender” para adquirir nuevas habilidades es un gran valor personal.
Los padres y los maestros que participamos en la creación del Lavinia no teníamos del todo claro algunas de estas cosas. Evidentemente hablo de mi caso ya que no era un experto en el tema; pero parece que las intuiciones íbamos en la buena dirección.
Estos últimos años me he preguntado a menudo, desde el patronato de la F. Bofill, como puede ser que el programa Escola Nova 21 haya supuesto una gran novedad y éxito, en cuanto hace ya mucho tiempo que muchas de estas orientaciones ya se habían hecho evidentes. Seguramente hemos hablado poco, tanto dentro del sistema educativo como en el mundo empresarial. Seguramente nos hemos distraído la atención hacia otras preocupaciones políticas, importantes pero quizás no tanto como ésta.

Joan Majó, ingeniero y Vicepresidente de la Fundació Jaume Bofill
Artículo publicado en VIAempresa el 19 de octubre de 2018.
23/10/2018
El Fondo Monetario Internacional – FMI, instituciones económicas, expertos, y un buen número de indicadores, pronostican una próxima recesión económica. Las causas serán diversas, pero una de significativa es que el endeudamiento a nivel mundial ha crecido a un ritmo exagerado. Según el informe del Instituto Internacional de Finanzas, IIF, la deuda global mundial es de 233 billones de euros, 324% del PIB.
En los años 2000 hubo una política fiscal y monetaria expansiva con bajos tipos de interés, que generó importantes déficits públicos, un fuerte aumento del endeudamiento y creó una burbuja bursátil e inmobiliaria que estalló en 2007, lo que obligó a los bancos centrales a impulsar una fuerte expansión monetaria – Quantitative Easing – para salir de la crisis.
Con un alto nivel de liquidez en el mercado y un coste del dinero irrisorio, la economía ha recuperado el crecimiento, y de momento, la inflación no se ha disparado. Pero el ciclo económico no se puede dar por cerrado hasta que el endeudamiento de los bancos centrales y el tipo de interés vuelva a la normalidad. La confianza en el Sistema Monetario Internacional, SMI, y en las principales monedas se mantiene, pero si un día se perdiera la confianza en alguna moneda importante la situación sería muy delicada.
Una vez conseguida la recuperación económica, ha llegado el momento de situar gradualmente el nivel de deuda y el tipo de interés a niveles razonables. (Tapering). La Reserva Federal estadounidense ya ha aumentado el tipo de interés y ha anunciado que el seguirá aumentando. Las consecuencias no se han hecho esperar, una fuga de inversiones de los países emergentes, como Argentina, Brasil, Sudáfrica, India o Turquía, para invertir con bonos americanos. También el Banco Central Europeo ha anunciado que a finales de 2018 dejará de comprar deuda y que el tipo de interés se irá subiendo a medida que la economía mejore.
¿Cuáles serán las consecuencias del Tapering? Se desestabilizará la economía? ¿Cuáles son los riesgos de entrar en una nueva recesión? ¿Resistirá el actual el sistema monetario? ¿Como encararán la recesión los gobiernos que están altamente endeudados?
Además del endeudamiento, son muchos los factores de riesgo existentes que pueden contribuir a una nueva recesión. La inestabilidad política, los desequilibrios económicos, las debilidades del sistema monetario internacional, la autoimpuesta política de aislamiento de Estados Unidos, el aumento del proteccionismos, un populismo cada vez más presente, o la existencia de serias incertidumbres políticas y económicas. Es una situación que genera desconcierto y desconfianza que aconseja, entre otras decisiones, hacer una reforma del sistema monetario internacional para intentar que en ningún caso la situación esté fuera de control.
Durante 70 años, el dólar ha sido, y es, la superpotencia del sistema financiero y monetario mundial. A pesar del fuerte aumento de la economía china, y el uso del renminbi, la primacía del dólar no se cuestiona. Pero se ha de impulsar una transición hacia un sistema multipolar más seguro y estable, en el que monedas como el euro, y el renminbi, y el propio FMI tengan un mayor protagonismo.
La propuesta más racional sería que el FMI impulsase las emisiones y uso de los Derechos Especiales de Giro, DEG, para convertirlos gradualmente en la principal moneda de reserva. Daría estabilidad y confianza en el sistema en un momento en que debido a la globalización, los cambios geopolíticos, la digitalización y la necesidad de proteger el medio ambiente, se está en un proceso de profundas transformaciones. Una reforma basada en que los DEG cogiesen un rol más central es factible y probablemente es la única alternativa al sistema monetario actual.
Pero esta propuesta genera una fuerte resistencia de los Estados Unidos por temor a perder muchos privilegios que les conlleva la preeminencia del dólar como principal moneda de reserva. Tampoco el FMI, en el que los Estados Unidos tienen mucha influencia, parece no está muy interesado en impulsar los DEG.
¿Qué pasará cuando venga la próxima crisis? En la crisis de 2008, los principales bancos centrales vertieron cifras astronómicas de liquidez al sistema. Ahora la preocupación es que dado el elevado endeudamiento existente una operación de esta envergadura no se podrá repetir, si no se quiere perder la confianza en un sistema monetario basado en el que sus monedas no tienen ninguna garantía que asegure su valor.
El riesgo de una nueva recesión afecto a todos a todos los países y por lo tanto al ser un problema global, exige la coordinación internacional al más alto nivel y seguramente el G-20 fuera el foro más adecuado.
El FMI debería convertirse gradualmente los DEG en la moneda básica del sistema mundial y verdadero activo internacional, actuar como banco de los bancos centrales y como prestamista en última instancia. Dado el extraordinario poder que el FMI tendría, debería ser políticamente más representativo, evaluar las repercusiones sociales de sus actuaciones y rendir cuentas.
Todos los países con elevado endeudamiento deben hacer un Plan para reducirlo. En cuanto a la Eurozona, hay que reconocer que ha tenido éxito en reducir el déficit presupuestario, pero a costa de aumentar el endeudamiento, excediendo con mucho, el objetivo fijado de no sobrepasar el 60% del PIB. En la Eurozona se debería congelar el porcentaje del endeudamiento sobre el PIB, iniciar un proceso gradual de su disminución, reestructurar parte de la deuda de los países más endeudados y profundizar la integración financiera.
En resumen: el SMI tiene un serio problema para resolver, pero no hay la presión política suficiente para obligar a las principales autoridades políticas y monetarias, en el marco de instituciones multinacionales tomen las decisiones necesarias para evitar que una nueva crisis desestabilice la economía y la sociedad. ¿Tendremos que esperar a que estalle la recesión para empezar a tomar medidas?

Francesc Raventós
Ex decano del Colegio de Economistas de Cataluña
Article publicat a Is The Monetary System Facing The Risk Of Recession?, el 11/10/2018.
17/07/2018
Hace unas semanas hacía, una reflexión sobre la incoherencia que supone seguir midiendo el progreso de una sociedad basándose fundamentalmente, y a veces exclusivamente, en el crecimiento de su PIB. Ponía algunos ejemplos del que queda dentro y del que queda fuera en el cálculo del PIB tal como actualmente se está haciendo, y de la necesidad de introducir otros elementos fundamentales en tres aspectos: la distribución, es decir las desigualdades; la influencia que tienen en el bienestar las actividades económicas que se pueden contabilizar; y las consecuencias negativas pero no tenidas cuenta de estas actividades. Querría añadir algunos elementos en esta línea, empezando con una rotunda afirmación: El crecimiento del PIB es un indicador importante; pero, por sí sólo no es una garantía del progreso de un país.
- Crecimiento y progreso. Demasiado a menudo se ha confundido una cosa y la otra. Es cierto que el crecimiento económico es un elemento clave por el progreso social, puesto que una parte importante del bienestar de una persona depende de disponer de recursos materiales y de tener acceso a servicios retribuidos, que son los dos elementos que se reflejan en el PIB. Pero es evidente que el bienestar personal y social depende de otros muchos elementos que noses pueden cuantificar en términos económicos. Todavía sin salir del ámbito económico, es evidente que la sensación de bienestar depende mucho del nivel de renta, pero hay que tener cuenta otros elementos: a) Para las personas con rentas bajas o medias, la dependencia es muy directa, pero se va reduciendo a medida que aumenta la renta. b) Hace falta no olvidar que la percepción está muy influida por la renta personal, pero también mucho por la situación comparativa y la evidencia de desigualdades, de acaparamiento, y de injusticia. Y c) también influyen mucho las perspectivas, es decir la posibilidad de tener o no oportunidades de mejora, a través del esfuerzo personal.
El crecimiento puede ayudar a mejorar todas estas cosas, pero está claro que depende del tipo de crecimiento. El progreso es mucho más que el crecimiento, y su medida tiene que incluir elementos que reflejen su calidad (redistribución, salud, formación, discriminación, oportunidades…) y que tengan cuenta las sensaciones personales de bienestar, objetivo de toda política. Por lo tanto, hay que añadir medidas con este tipo de datos.
- Decrecimiento y austeridad. El progreso tecnológico ha permitido, y la ideología neoliberal ha disparado, la globalización. Centenares de millones de personas se incorporan cada década a una situación de mayor bienestar . El modelo de consumo de los países desarrollados actuales no sería aplicable a una población de 3 o 4 mil millones. No se trata sólo de la tradicional “escasez de recursos” y del más reciente “exceso de residuos”. Es un problema de insostenibilidad económica, ecológica y social del modelo. La creciente evidencia de esto generó hace unos años una corriente de pensamiento a favor del decrecimiento ligado a una aceptación de renuncias, es decir de austeridad. Esta formulación significó fuertes reticencias a su aceptación, y creo que es porque hay una confusión.
Si decrecimiento significa la reducción del consumo per cápita de recursos naturales y el alargamiento importante de su vida útil, para que puedan ser compartidos por mucha más gente, es una idea muy razonable. Si decrecimiento significa trasladar el origen del bienestar desde la utilización y la posesión de elementos materiales, hacia la disponibilidad de productos de carácter inmaterial, y el acceso a varias formas de servicios de tipos personales, también es razonable. Pero este nuevo modelo no tendría necesariamente unos efectos evidentes en el actual concepto del PIB, no implica necesariamente renuncias y austeridad.
Se tiene que sacar la imagen de que un “modelo más sostenible” significa un modelo en el que hayamos de aceptar “vivir peor”. Significa, eso sí, “vivir diferente” y sobre todo potenciar otros orígenes de nuestro bienestar, pero sin necesidad de disminuirlo. Se está hablando mucho “economía circular”, de “economía digital”, de “economía colaborativa” y son algunos de los conceptos que traen, modestamente por ahora, hacia nuevo modelo. También vemos esfuerzos para establecer una nueva relación entre renta y trabajo retribuido, y para potenciar la capacidad pública de proveer servicios de calidad. Del mismo modo que la tecnología y la ideología neoliberal nos condujeron a la globalización, las nuevas e importantes oportunidades tecnológicas y una nueva ideología social y sostenible, nos tienen que permitir ir definiendo este modelo.
- Conclusión. El crecimiento del PIB tiene que dejar de ser una obsesión política. Un modelo sostenible de cara al futuro hará posible, pero no es necesario, que veamos una tendencia a disminuir el valor del PIB, si seguimos manteniendo el sistema de cálculo actual. Pero esto puede ser una buena noticia, siempre que se mantenga un crecimiento o una estabilidad en el nivel de bienestar percibido por las personas y una mayor extensión en la población, que son los dos índices que más interesan.
Ni decrecimiento ni austeridad son imprescindibles…

Joan Majó, ingeniero y ex ministro.