Hace unas semanas hacía, una reflexión sobre la incoherencia que supone seguir midiendo el progreso de una sociedad basándose fundamentalmente, y a veces exclusivamente, en el crecimiento de su PIB. Ponía algunos ejemplos del que queda dentro y del que queda fuera en el cálculo del PIB tal como actualmente se está haciendo, y de la necesidad de introducir otros elementos fundamentales en tres aspectos: la distribución, es decir las desigualdades; la influencia que tienen en el bienestar las actividades económicas que se pueden contabilizar; y las consecuencias negativas pero no tenidas cuenta de estas actividades. Querría añadir algunos elementos en esta línea, empezando con una rotunda afirmación: El crecimiento del PIB es un indicador importante; pero, por sí sólo no es una garantía del progreso de un país.

  1. Crecimiento y progreso. Demasiado a menudo se ha confundido una cosa y la otra. Es cierto que el crecimiento económico es un elemento clave por el progreso social, puesto que una parte importante del bienestar de una persona depende de disponer de recursos materiales y de tener acceso a servicios retribuidos, que son los dos elementos que se reflejan en el PIB. Pero es evidente que el bienestar personal y social depende de otros muchos elementos que noses pueden cuantificar en términos económicos. Todavía sin salir del ámbito económico, es evidente que la sensación de bienestar depende mucho del nivel de renta, pero hay que tener cuenta otros elementos: a) Para las personas con rentas bajas o medias, la dependencia es muy directa, pero se va reduciendo a medida que aumenta la renta. b) Hace falta no olvidar que la percepción está muy influida por la renta personal, pero también mucho por la situación comparativa y la evidencia de desigualdades, de acaparamiento, y de injusticia. Y c) también influyen mucho las perspectivas, es decir la posibilidad de tener o no oportunidades de mejora, a través del esfuerzo personal.
    El crecimiento puede ayudar a mejorar todas estas cosas, pero está claro que depende del tipo de crecimiento. El progreso es mucho más que el crecimiento, y su medida tiene que incluir elementos que reflejen su calidad (redistribución, salud, formación, discriminación, oportunidades…) y que tengan cuenta las sensaciones personales de bienestar, objetivo de toda política. Por lo tanto, hay que añadir medidas con este tipo de datos.
  1. Decrecimiento y austeridad. El progreso tecnológico ha permitido, y la ideología neoliberal ha disparado, la globalización. Centenares de millones de personas se incorporan cada década a una situación de mayor bienestar . El modelo de consumo de los países desarrollados actuales no sería aplicable a una población de 3 o 4 mil millones. No se trata sólo de la tradicional “escasez de recursos” y del más reciente “exceso de residuos”. Es un problema de insostenibilidad económica, ecológica y social del modelo. La creciente evidencia de esto generó hace unos años una corriente de pensamiento a favor del decrecimiento ligado a una aceptación de renuncias, es decir de austeridad. Esta formulación significó fuertes reticencias a su aceptación, y creo que es porque hay una confusión.
    Si decrecimiento significa la reducción del consumo per cápita de recursos naturales y el alargamiento importante de su vida útil, para que puedan ser compartidos por mucha más gente, es una idea muy razonable. Si decrecimiento significa trasladar el origen del bienestar desde la utilización y la posesión de elementos materiales, hacia la disponibilidad de productos de carácter inmaterial, y el acceso a varias formas de servicios de tipos personales, también es razonable. Pero este nuevo modelo no tendría necesariamente unos efectos evidentes en el actual concepto del PIB, no implica necesariamente renuncias y austeridad.
    Se tiene que sacar la imagen de que un “modelo más sostenible” significa un modelo en el que hayamos de aceptar “vivir peor”. Significa, eso sí, “vivir diferente” y sobre todo potenciar otros orígenes de nuestro bienestar, pero sin necesidad de disminuirlo. Se está hablando mucho “economía circular”, de “economía digital”, de “economía colaborativa” y son algunos de los conceptos que traen, modestamente por ahora, hacia nuevo modelo. También vemos esfuerzos para establecer una nueva relación entre renta y trabajo retribuido, y para potenciar la capacidad pública de proveer servicios de calidad. Del mismo modo que la tecnología y la ideología neoliberal nos condujeron a la globalización, las nuevas e importantes oportunidades tecnológicas y una nueva ideología social y sostenible, nos tienen que permitir ir definiendo este modelo.
  1. Conclusión. El crecimiento del PIB tiene que dejar de ser una obsesión política. Un modelo sostenible de cara al futuro hará posible, pero no es necesario, que veamos una tendencia a disminuir el valor del PIB, si seguimos manteniendo el sistema de cálculo actual. Pero esto puede ser una buena noticia, siempre que se mantenga un crecimiento o una estabilidad en el nivel de bienestar percibido por las personas y una mayor extensión en la población, que son los dos índices que más interesan.

Ni decrecimiento ni austeridad son imprescindibles…

Joan Majó, ingeniero y ex ministro.