La UE se encuentra paralizada y en un momento de gran confusión. La dispersión de visiones sobre el proyecto europeo, el estancamiento de la economía, la creciente desigualdad social, el aumento del nacionalismo y de la extrema derecha o los efectos negativos de la globalización, han hecho que el proyecto europeo haya perdido atractivo, y que muchos ciudadanos se hayan distanciado. El Brexit es un buen ejemplo.
A pesar de los esfuerzos del Banco Central Europeo inundado los mercados de dinero fácil y barato, no se ha conseguido salir plenamente de la crisis económica. Ahora las perspectivas para los próximos tiempos no son buenas si pensamos en la guerra comercial iniciada por los Estados Unidos, la ralentización de la economía china, el excesivo endeudamiento público y privado o la progresiva pérdida de influencia en el mundo de la UE.
En paralelo asistimos a imponentes cambios disruptivos: calentamiento del planeta, transición energética, digitalización, migraciones, terrorismo o el aumento del proteccionismo. Para complicarlo más, muchas instituciones y expertos anuncian una próxima recesión económica.
El momento es delicado. Los ciudadanos y los políticos europeos deben aceptar que dado los cambios geopolíticos y la dimensión política y económica de los Estados Unidos y de China, la UE se ha convertido en un actor menor en el teatro mundial. La UE debe reconocer esta realidad y tener presente que también ofrece grandes oportunidades que debemos saber aprovechar.
Si queremos mejorar el bienestar de los ciudadanos, el dilema es simple: hay que consensuar un proyecto europeo con objetivos claros, ambiciosos y de amplio apoyo que cree riqueza y empleo para todos o estamos abocados a la decadencia.
No se puede consentir que países como Hungría o Polonia, entre otros, se desmarquen de los principios fundadores de la UE. No se pueden aceptar posiciones tan dispares en temas como el concepto de unidad, soberanía, libertad de expresión, separación de los poderes ejecutivo y judicial o inmigración. Los países que no se identifiquen con los valores comunes, es mejor que sigan el ejemplo del Reino Unido y salgan de la UE.
En un momento de gran complejidad como el actual, necesitamos una UE fuerte y unida, que defienda el modelo y los valores europeos y se exprese con una sola voz. Una UE que aproveche las muchas oportunidades que el nuevo entorno ofrece, que impulse el crecimiento económico, pero que al mismo tiempo reduzca las grandes desigualdades con una distribución más justa del crecimiento.
Explicamos a los ciudadanos claramente cuál es la realidad actual. Introducimos las reformas necesarias, tomemos la iniciativa, buscamos oportunidades, creamos riqueza y empleo y recuperamos la ilusión en los valores europeos. Es la única salida al dilema actual.
Francesc Raventós
Ex decano del Colegio de Economistas de Catalunya
Artículo publicado en La Vanguardia el 31/03/2019.