Se me ha pedido que hiciera un balance del año que está terminando. Lo hago con gusto pero con dos precauciones. Sé que ha sido un año intenso y convulso tanto aquí como en todas partes, que permite más de un relato en función de la perspectiva legítima de cada observador; lo que encontrará es mi. Y como la escribo antes del día 21 y no veo prudente hacer ningún balance del problema catalán. Como creo que lo importante es mirar al futuro analizando el pasado, lo que sigue quiere aportar algún diagnóstico sobre el año 18 y unas reflexiones sobre lecciones que pienso que deberíamos haber aprendido de cara a orientar el 19 y siguientes …

Para mí hay cinco grandes rasgos que caracterizan al año:

  1. Se ha continuado comprobando que, en contra de lo que disfrutamos la segunda mitad del siglo XX, el modelo económico actual ha hecho que el crecimiento no haya mejorado la situación social si no que ha continuado aumentando las desigualdades.
  2. Se ha hecho evidente que las dificultades de sostenibilidad debidas a la contaminación y el calentamiento global son más preocupantes de lo que parecía hace unos años y que las medidas, insuficientes, pactadas para evitar sus peligros, no sólo no se cumplen si no que se están cuestionando en muchos lugares.
  3. Ha habido un aumento de preocupación y de indignación en capas muy amplias de la sociedad por la situación presente, y de miedo por las perspectivas personales de futuro, consecuencia de los dos puntos anteriores; sobre todo del primero, pero también de la mayor percepción del segundo.
  4. Este malestar ha provocado que se hayan intensificado corrientes peligrosas en el campo de la política: La añoranza de etapas anteriores y la voluntad de recuperarlas (Brexit); el repliegue hacia espacios soberanos más pequeños y el rechazo hacia los “otros” (proteccionismos en el económico y nacionalismos en lo político).
  5. Una desconfianza generalizada en las actuaciones de los políticos (desafección transversal), y un aprovechamiento de estas situaciones por parte de grupos políticos radicales, populistas, y en muchos casos antidemocráticas, que han podido hacer un uso demagógico de la gran libertad desregulada de espacios para la creación y distribución de la información.

Tres reflexiones que forman parte de mi balance personal.

No podemos continuar con unas dinámicas económicas que mejoran las cifras macro pero que empeoran la equidad social. Esto significa que debemos construir poderes políticos democráticos más sociales y que tengan suficiente dimensión demográfica y sean lo suficientemente fuertes para poder imponerse a la enorme fuerza del mercado financiero mundial. Esto no se hará reconstruyendo o recuperando pequeñas soberanías, si no creando entidades políticas que agrupen a los estados nación, y que a la vez estimulen y respeten la diversidad y la pluralidad interna.

Aunque pueda parecer una expresión truculenta, es cierto que estamos poniendo en peligro la sostenibilidad del planeta y su capacidad de acoger una población que vaya aumentando continuamente. Es necesario que revisemos nuestra relación con la naturaleza y muy especialmente en los campos energético y del reciclaje. Aquí también se necesitan soluciones globales por unos problemas globales, y no será posible con pequeñas políticas estatales. También hemos visto como, tanto las consecuencias del cambio climático como las medidas para evitarlo, tienen ganadores y perdedores, y por lo tanto se necesitan acciones complementarias para compensar a estos últimos.

Hay, finalmente, repensar los mecanismos de la política y orientar la actuación de los gestores públicos, a fin de dirigirla sobre todo a la solución de tres grandes problemas: conseguir que la justicia social avance simultáneamente con el progreso económico, asegurar la sostenibilidad futura del sistema, y ​​reformar los mecanismos de participación democrática en el nuevo contexto digital para evitar las actuaciones políticas cortas de vista, y para poder escuchar mejor la voluntad popular, evitando así que la participación se convierta en un engaño.

Joan Majó, ingeniero y ex ministro.

Artículo publicado el 24/12/2018 en Via Empresa.