La celebración del día del trabajo ha perdido el sentido radical reivindicativo de cuando se creó a Paris en 1889. En estos 130 años, la sociedad y el concepto del trabajo, han tenido una enorme transformació.
La digitalización, la robotización, la inteligencia artificial, o la globalización, entre otros, lo están transformando todo, aportando beneficios a la sociedad, pero también dolorosos costes sociales y morales. Por un lado, gracias al aumento de la productividad, han permitido crear riqueza y abaratar los costes de productos y servicios que están más al alcance de los ciudadanos, por otra ha supuesto destrucción de ocupación, la obsolescencia de muchos trabajos y profesiones y el aumento de la precariedad laboral.
Según el Banco Mundial, 2 de cada 3 puestos de trabajo en el mundo desarrollado ya se pueden hacer con sistemas automatizados. La Federación Internacional de Robótica, dice que en 2019 se instalarán en el mundo unos 2,6 millones más de robots industriales. La ventaja de la automatización es que hace los trabajos más pesados y rutinarios, crea nuevos puestos de trabajo en otros sectores, aumenta la productividad y crea riqueza. Lo que no queda claro es saber si el aumento de los nuevos puestos de trabajo será mayor o menor que los que destruye.
El coste económico del trabajo se puede descomponer en tres partes, la que percibe el trabajador como remuneración, el que recauda el estado con impuestos y la parte que se destina a financiar un sistema de protección social, la cual garantiza prestaciones en situaciones de dolencia, accidente, incapacidad, paro, o jubilación.
Si con las nuevas tecnologías muchas profesiones y trabajos desaparecen y las nuevas no lo compensan, ¿cómo se financiarán las prestaciones sociales? ¿Hará falta que los robots tributen para compensar la falta de ingresos tributarios y cotizaciones a la Seguridad Social? ¿Cómo se distribuirá el beneficio del aumento de la productividad?
Nuevos tiempos, nuevas realidades, nuevos retos. Y la necesidad de nuevas respuestas. Pero el trabajo seguirá siendo será un elemento clave por el buen funcionamiento de la sociedad.
Francesc Raventós
Economista