Una vez más hay una fecha del año para hablar de la justicia social. Pero hablamos antes de la justicia precisamente hoy que se está poniendo más el foco en las actuaciones judiciales porque están más de moda. Y por lo tanto el papel de los jueces que parece que tienen que interpretar la aplicación de la ley.

Como vamos viendo, la justicia va muy ligada a la ley. Y por lo tanto las leyes determinan donde radica la justicia. Y la ley limita o condiciona la justicia. Y ¿quienes las hacen las leyes? Los políticos que teóricamente provienen del pueblo, de todos. Es lo que llaman democracia.

Pero las leyes tienen muchos límites y muchos defectos. Dependen de concepciones ideológicas dominantes y son imperfectos porque no lo prevén todo, tienen muchas grietas. Y no digamos cómo se hacen las interpretaciones y en muchos casos de quien provienen, con dudosa neutralidad. La ley convierte un corsé o camisa de fuerza ya menudo una bandera para justificar verdaderas injusticias. Parece que se debe respetar más la ley que la justicia.

Pero si ensanchamos más la mirada, no podemos contemplar la justicia cerrados sólo en una entidad nacional o estatal. Habría que trasladar a una realidad mucho más ancho y global donde podemos ver mucha injusticia: los inmigrantes, los deportados, la gran hambre en determinados lugares, las todavía guerras y rivalidades irreconciliables, el racismo, la inferioridad de género, el calentamiento progresivo y nefasto del planeta con todas las consecuencias, el poder y los abusos de los fondos buitres, más allá de los estados, etc.

¿Dónde están las leyes para regular o intentar hacer justicia de todas estas injusticias? Quizás también hay algunas leyes, pero muy débiles y sin posibilidades de hacerlas cumplir.

Y si llegamos al tema de hoy, la justicia social, con las leyes que tenemos y en la poca voluntad de dar la vuelta al cuerpo legal injusto: la reforma laboral del partido laboral, la ley mordaza, el abuso energético de las grandes compañías, los desahucios, los precios de alquiler desbocados, falta de protección del medio natural, etc. O sea que si no hay las leyes correctas, como puede haber más justicia, aunque sean leyes con pocas garantías de hacer justicia.

Pues sí, una vez más, debemos reivindicar la justicia social, la de los que trabajan y la de los que no pueden trabajar aunque quieran. Y sin olvidar de la justicia social de la cual nos hemos referido más arriba, la más amplia y global.

 

 

 

 

Miquel Verdaguer
Secretario de Acció Solidària Contra l’Atur