En 1944, a finales de la segunda guerra mundial, se definió un nuevo sistema monetario internacional, que es basaba en el dólar como patrón, el cual era convertible en oro.
En los años 1960 ‘s, Estados Unidos, EE.UU., tuvieron elevados déficits para financiar la guerra de Vietnam, déficits que cubría emitiendo dólares, pero no tenían suficiente oro para garantizar su convertibilidad, lo que obligó a que en 1970 Richard Nixon, devaluara el dólar y suspendiera la convertibilidad en oro. El dólar se convirtió en una moneda fiduciaria.
En las últimas décadas el mundo ha cambiado profundamente. De un sistema político y económico dominado por Estados Unidos, se ha entrado en un sistema multilateral en el que hay varios actores importantes.
A partir de los años 1980, el liberalismo económico impulsó un elevado crecimiento económico, pero también especulación y crisis. Una política monetaria y fiscal muy laxa, y el coste del dinero cercano a cero, derivó en la gran crisis económica y financiera del año 2007. Los bancos centrales se vieron obligados a verter astronómicas cifras de liquidez en el mercado y cubrir los importantes déficits de muchos gobiernos, los que se quedaron muy endeudados.
Desde hace décadas, y salvo algún año excepcional, EE.UU. tiene déficits presupuestarios que han aumentado la deuda pública hasta situarla en 21,9 billones de dólares, (diciembre 2018); el 105,4% del PIB. En los dos años del mandato de Donald Trump ha aumentado 2 billones de dólares. Las previsiones indican que tanto el déficit como la deuda seguirán aumentando.
EEUU al tener una economía muy potente y el dólar como moneda de reserva internacional, no ha tenido ningún problema para financiar los déficits. Pero, ¿hasta donde puede Estados Unidos aumentar su deuda, sin perder la confianza del mercado? No hay ninguna doctrina que fije cuál es el tope de la deuda pública de un país. Cada país es diferente, y las circunstancias también. Todo depende del grado de confianza que se tenga en su moneda. En la UE, sus países miembros, teóricamente el endeudamiento no puede superar el 60% del PIB.
Los expertos anuncian una nueva recesión económica. De producirse, ¿cómo afectaría a Estados Unidos y al dólar? Debido al elevado endeudamiento actual, ¿sería posible que tuviera dificultad en financiarse? ¿Podría llegar a quebrar? Técnicamente no puede quebrar. Políticamente es impensable. Siempre puede emitir más dólares para pagar las deudas, pero esto no evitaría la pérdida de confianza de los acreedores y entrar en una situación de espiral de déficit, emisión de dólares, más deuda. Supondría un choque psicológico inmenso tan por la población americana como a escala mundial, y la fuga de inversores.
Los bancos centrales están lejos de haber recuperado la situación de normalidad previa a la crisis de 2007. En una nueva crisis, no podrán repetir crear liquidas y la bajada del tipo de interés en la dimensión que lo hicieron.
En un mundo que se ha convertido multipolar el escenario más probable es que el dólar progresivamente dejará de tener la hegemonía como moneda de reserva y de transacciones comerciales. Por otra parte seguirá perdiendo valor. Para tener el mismo poder de compra de 100 dólares de 1913, hoy es necesitarían 2.000 dólares. La causa principal que ha erosionado su valor es la inflación y la continua emisión de dólares.
EEUU se encuentra en una situación compleja al no poder continuar indefinidamente con un elevado déficit presupuestario y alto endeudamiento. La inflación siempre ha sido una fórmula útil para reducir la deuda real, pero no se puede aplicar a gran escala si no se quiere que la moneda se devalúe. Esperar un elevado crecimiento continuado del PIB en el futuro, es una quimera. Esta situación crea un dilema al gobierno y al Congreso estadounidense: optar por seguir emitiendo dólares para cubrir el déficit, lo que a medio plazo es una solución insostenible, o hacer una revisión a fondo de las políticas y del presupuesto para reducirlo.
La decisión de disminuir el déficit no la tomará el Congreso estadounidense voluntariamente. Políticamente no es posible. Si se produce una nueva crisis económica seria, será ésta la que obligará a tomar decisiones que pueden ser drásticas.
En un marco de ajustes presupuestarios y dinero escaso y caro se puede entrar en una situación de deflación y de bajo crecimiento económico que se trasladaría a todo el mundo. Entraría en un período de “estanflación”.
EEUU sigue siendo el país más importante del mundo, pero debe ser consciente de que este se está transformando a un ritmo acelerado, que tanto el país como el dólar han perdido la hegemonía mundial, y que a pesar de ser doloroso, deberán adaptarse a la nueva realidad.
En un mundo global la economía y las finanzas son globales. Será imprescindible la colaboración y coordinación internacional, especialmente si se entra en un período de crisis. Habrá un nuevo Bretton Woods Siglo XXI y un FMI más representativo que asuma un mayor protagonismo.
Francesc Raventós
Ex degà del Col·legi d’Economistes de Catalunya
Artículo publicado en Social Europe – Could the dollar be in default? el 07/03/2019.