Italia está inmersa en un serio problema. La Comisión Europa (CE) no ha aceptado la propuesta de presupuesto que ha presentado el gobierno italiano para el año 2019, ya que no prevé disminuir el déficit actual del 2,4% del PIB. El motivo básico del rechazo es que Italia tiene un enorme deuda pública de 2,3 billones de euros, el 130% del PIB y no propone reducirlo.
La situación económica italiana y la desconfianza que está generando en los mercados financieros hace que la prima de riesgo de Italia se sitúe en torno a unos 300 puntos, lo que supone un notable encarecimiento tanto de la deuda del Estado como del sector privado. España está en una mejor situación que Italia, pero ambos tienen algunos problemas similares, tales como, la necesidad de reducir el déficit y especialmente la deuda pública.
En los últimos años España ha hecho un esfuerzo destacable en la reducción del déficit, pero en cambio, ha aumentado considerablemente la deuda pública, que es de 1,2 billones de euros, el 98,2% del PIB, el cual se está reduciendo a un ritmo totalmente insuficiente para alcanzar el umbral del 60% que acordaron los miembros de la CE. Este elevada deuda, y su coste, está ralentizando el crecimiento. La prima de riesgo se sitúa en torno a los 110 puntos y el coste anual de los intereses es de 32.000 millones de euros, cifra que aumentará a medida que suba el tipo de interés.
¿Cómo disminuir la deuda pública? Las respuestas teóricas son simples, aumentando los ingresos o recortando el gasto. Son decisiones que los políticos temen, ya que ninguna de ellas es bien acogida por los ciudadanos; por los gobiernos es mucho más cómodo endeudarse. En el caso español se debería aumentar gradualmente la presión fiscal para irse acercando a la media de la UE. Con más recursos el gobierno tendría más margen de maniobra.
La diferencia esencial entre España e Italia, es que mientras en España ha estado creciendo a un ritmo del 3% del PIB y hay voluntad política de reducir el déficit, la deuda y aceptar las reglas de juego de la CE, la economía italiana ha sido mucho tiempo estancada y el gobierno italiano pretende imponer sus criterios ignorando las reglas que la CE tiene establecidas. De no llegar a un entendimiento, el gobierno italiano puede tener dificultades para financiar el déficit y la renovación de los créditos, con el riesgo de encontrarse en una situación parecida a la de la crisis de Grecia. Sería muy negativo para todos.
Por ello España debería aprovechar la todavía buena situación de la economía, para ir reduciendo el déficit y la deuda, por lo que en los momentos de mayor dificultad haya un cojín y confianza en la economía, que evite tener que tomar medidas dolorosas para los ciudadanos.
Francesc Raventós
Ex degà del Col·legi d’Economistes de Catalunya
Publicado en La Vanguardia el 09/12/2018