Aunque de una manera un poco más confundida de lo que esperábamos, parece que estamos avanzando hacia una etapa que se ha bautizado, no sé si acertadamente o no, de “nueva normalidad“. No quiero ni dar apoyos ni hacer críticas a unos u otros, sino mirar adelante. La extraordinaria exigencia de los problemas sanitarios ante la gravedad de la pandemia, y la falta de recursos para hacerle frente, ha centrado durante tres meses la política en actuaciones en esta área y ha obligado a provocar voluntariamente una fuerte parada en el economía. Además de las muchas medidas que habrá que tomar en nuestros sistemas de salud de cara al futuro, ahora se necesitan urgentes y fuertes políticas de carácter económico y social. Unas tienen carácter de urgencia inmediata para asegurar una vida digna a todas las personas y una capacidad de resistencia a las empresas; otros miran más allá. De estas me gustaría hablar.
1. Objetivos y transformaciones. Las políticas socioeconómicas de los gobiernos europeos deben tener los próximos años, ámbito sanitario aparte, un conjunto de objetivos: impulsar la actividad económica, recuperar y crear puestos de trabajo, aumentar la productividad y la eficiencia de las empresas, favorecer las actividades que generan más valor real, repartir adecuadamente la riqueza creada y redistribuirla a través de la fiscalidad y de los servicios del estado del bienestar. Todo ello pedirá voluntad y recursos, pero lo que quiero destacar es que no necesitamos inventar nada sino tomar en serio, y llevar a la práctica, muchas propuestas que ya se han hecho, y objetivos que ya se han fijado, a lo largo de las dos últimas décadas pero que no se han materializado. No se trata de propuestas académicas o intelectuales, sino que muchas han salido de organismos internacionales como la ONU, la UE, u otros similares. (Agenda Europa 2020, Agenda ONU 2030, Green New Deal, Crecimiento inteligente, sostenible e inclusivo …). Casi todas ellas proponen transformar el sistema, o parte del sistema, para adaptarlo a las actuales circunstancias y para hacer frente a los retos que tenemos o que prevemos tener. A mí me gusta llamar estas actuaciones con una palabra que me resulta muy familiar: reconversión.
2. Reconversiones. En el caso catalán y español, es políticas que creo imprescindibles deben buscar retomar la actividad económica pero con una declarada y firme voluntad de reorientarla en la dirección de algunas de aquellas propuestas. Y desde un punto de vista social, deben garantizar que no vuelva a pasar, como hace cinco años, que la reanudación del crecimiento vaya ligado a un aumento de las desigualdades, sino al contrario. Cito algunas de las reconversiones que creo más importantes: La transición energética, la transición digital, la reindustrialización, la reconversión turística, la adaptación del parque inmobiliario, la mejora del sector de la educación, y por supuesto la reforma de los servicios sociosanitarios.
3. Recursos y efectos. Son fundamentales dos consideraciones. Para poder materializar estas políticas hay que disponer de una cantidad importante de recursos, tanto públicos como privados. Seamos conscientes de que los primeros ahora podemos tener muchos, ya que la Unión Europea ha aprendido de los errores de hace unos años y, tanto por convencimiento como para evitar una desintegración, pone a disposición de los estados volúmenes importantes de dinero, tanto en forma de ayudas como de créditos; también ha modificado las normas tanto con relación a los déficits como los límites de endeudamiento. Además, nosotros tenemos capacidad de incrementar ingresos fiscales, incluso reduciendo cargas a las rentas más bajas, con la implantación de nuevos impuestos relacionados con las emisiones carbónicas, con operaciones financieras de carácter especulativo, o con la actividad de las plataformas digitales en nuestro territorio. Podemos también revisar algunas medidas que estos últimos años han reducido las cargas sobre las rentas altas y los grandes patrimonios.
Este tipo de decisiones tienen un doble efecto: aumentar la capacidad de dinero público y orientar el sentido de las actuaciones privadas. Hay también que parte del dinero público se utilice para estimular la inversión privada a través de medidas de colaboración, de cofinanciación o de garantía.
Es importante ver que el impulso de casi todas estas reconversiones pedirán, además de recursos financieros, una fuerte aportación de trabajo humano, y por lo tanto pueden ayudar a crear muchos puestos de trabajo que deberían ser de más calidad que el que seguramente desaparecerán .
4. Voluntad. Si los objetivos y las ideas están al alcance y los recursos se pueden obtener, podría ser que no hubiera suficiente voluntad? Yo pienso que no; pero me da miedo que desde los partidos no se proporcione la prioridad a todo eso que hace tiempo que teníamos que hacer y que ahora tenemos que hacer urgentemente. Esta prioridad se demuestra dejando en un segundo plano, por un tiempo, objetivos lícitos pero menos urgentes y buscando acuerdos, consensos y pactos tanto entre fuerzas políticas como entre gobiernos y representantes de la sociedad civil. Cuando uno sigue la actualidad de lo que ocurre en el mundo político, sobre todo en Madrid pero también aquí, uno no se queda tranquilo …
Joan Majó, ingeniero y ex-ministro
Publicado en el diario Ara el 11/06/2020.